Extrañándote...

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Hay momentos en el día, que suele atacarme un pensamiento que luego se va transformando en sentimiento. En esa nostalgia, de querer estar en casa.

Cuando en Manabí, específicamente en Montecristi, el sol quema en lo mas alto, el viento de esta montaña que nos mira fijamente todos los días, me trae un recuerdo fijo, y me veo caminando por la calles llenas de sol y calor de mi barrio en Guayaquil, caminando en dirección al mercado que esta a tres cuadras de mi casa, divagando entre las chucherías que puedo comprar, sintiéndome enormemente relajada, porque no tengo ningún afán ni presión, porque de regreso me esperan en casa. Allí estoy al filo de la calle número 38, cerca del estero salado de Guayaquil, encima mio, el montón de líneas paralelas que esperan que caiga la tarde para recibir a miles y miles de golondrinas, (esta calle es famosa por eso). Es un recuerdo que me gusta aunque me ponga nostálgica, no por las golondrinas, no por el sol incandescente de guayaquil, si no porque estoy en casa, y el recuerdo es de unos tres años atrás, cuando todo en mi vida era mas sencillo y al final del día podía sentarme en el sofá de la casa frente al televisor, sola... por unos momentos solamente, porque seguro no tardaba mi padre en ocupar la otra esquina del sofá, luego aparecía mi hermano quién se sentaría un poquito mas cerca de mi, y lo  completaba mi madre y algún gato, si, exactamente igual a la introducción de la familia Simpsons, hasta que uno se aburriera, mi hermano era el primero, luego mi madre, y si había partido de fútbol, solo quedábamos mi padre y yo, se acababa el partido y también yo desaparecía, solo quedaba mi padre, quien se dormía frente al televisor, y cada vez que alguien se acercaba a apagarle el televisor, decía entre dientes: No me apagues que estoy viendo.... a lo que siempre le respondiamos: Viendo rmido!!!

Supongo que la vida es así, que nos quedamos con aquellos recuerdos, que en un tiempo fueron cotidianos y ahora los vemos detrás del filtro de la nostalgia, porque ya son lejanos, recuerdos amenazados por lo apretado y difíciles que suelen ser los días, pero que vuelven con fuerza en los momentos de tranquilidad.

Suelo renegar de lo apretado que a veces las horas se me vienen, de haber perdido el contacto con todo signo familiar, por las circunstancias que ahora tocan, pero seguramente vendrán otros tiempos y tal vez extrañe algunas situaciones del día a día que me toca vivir ahora, como la llamada de algún compañero inoportuno que esta mas perdido que papa noel en Julio y me indaga hasta el último recoveco de mi memoria, solo para cerciorarse de que si tenemos sobres membretados en la bodega.
Hoy estoy extrañándote... rutina de una vida mas sencilla.

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