Tortura gratis y satisfactoria

0
A veces no elegimos sufrir, simplemente el sufrimiento nos escoge, afortunadamente siempre tenemos la oportunidad de escoger superarlo, seguir adelante, o ahogarnos en esas situaciones que no cambian y nos mantienen atados a días oscuros.

Pero para no continuar con el drama, existen otros sufrimientos otras torturas que nosotros por voluntad propia buscamos, de esa se trata esta entrada en el blog.

Desde hace unos 10 años tal vez, y vaya ahora que hago memoria, ya es una década, desde que me hice aficionada a los gimnasios. En la vida a veces solo hace falta encontrar a personas que nos impulsen a hacer cosas a las que estamos predispuestos por dentro, pero que aun no sabemos. En mi caso, vino con un cambio total de vida, de perspectiva, y de amistades. Ese cambio me trajo a una entrañable amiga de carácter firme, deportista algo obsesiva y con entusiasmo contagioso.

Fue con ella que comenzamos a asistir al Gym de ..... vaya no me acuerdo del dueño, un tipo de 1,90 muy musculoso, serio pero amable, los recuerdos viejos de ese gimnasio, donde mi amiga causaba sensación por su escultural figura, yo hace una década era demasiado delgada como para llamar la atención de alguien, o al menos eso siempre pensé.

Durante estos diez años he sido usuaria intermitente, hoy por ejemplo tuve una rutina extensa pero satisfactoria, aunque no llegue al límite de mis fuerzas.

Muchas veces uno contempla los espejos por donde se puede ver a otros ejercitandose, poniendo cara de dolor, con el sudor deslizándose por sus frentes, me miro yo al espejo y no estoy en condición diferente. Pongo mis manos sobre ambos lados de la barra y la sostengo con mis hombros, cuando el peso es demasiado, aunque en esa posición levantar mas de 35 libras me supone un problema para mi columna, pero con otras máquinas mis piernas pueden levantar hasta 100 libras y varias rutinas.

La gente que lo concurre, sufre la tensión del esfuerzo, levantar peso hasta el cansancio, por voluntad propia, sentir como tiemblan las piernas, el abdomen se contrae, el cuerpo quema calorías, nuestro andamiaje lo siente, los tendones, los músculos, las articulaciones, los huesos, muchas veces hasta el dolor, nadie ríe mientras levante kilos y kilos de pesas, a veces todo es un conjunto de gemidos, acompañados del sonido metálico de las pesas que caen unas contra otra, como una extraña y rara sinfonía, de quejas y metal.

El sufrimiento no termina allí, en mi caso, mis rodillas comienzan a sufrir, el dolor al subir o bajar escaleras se me ha hecho persistente, pero aun así creo que no podré dejar de ir al gimnasio.

0 comentarios: